Limpiar todos los días las superficies con las cuales se tiene contacto frecuente
Los objetos de uso diario y común como mesas, sillas, manijas de puertas, llaves y grifos del baño, contactos de luz, inodoros, teléfonos, teclados, tabletas, juguetes, videojuegos, controles remotos, etc. suelen ser focos importantes de infección. Recuerda siempre usar un limpiador de uso doméstico para desinfectarlos, con ayuda de un rociador y de una franela.
No propagar los gérmenes sin querer
Es importante tener precaución cuando desarrollamos nuestras actividades cotidianas, pues un pequeño descuido podría hacernos propagar gérmenes de forma involuntaria.
Por ejemplo, usar el mismo trapo con el que acabamos de limpiar el baño para limpiar una habitación, podría ocasionar una contaminación cruzada. Para evitar esto, es recomendable lavar los trapos con un chorrito de desinfectante después de haber limpiado con ellos zonas expuestas.
Otra práctica que nos puede ayudar a evitar la propagación de gérmenes es limpiar diariamente los botes de basura que contengan pañuelos usados, pues estos suelen contener gérmenes.
Evitar compartir artículos personales que se utilizan en el hogar
Compartir platos, vasos, tazas, cubiertos, toallas o productos de higiene personal entre los integrantes del hogar es una práctica que podría ocasionar contagio de enfermedades, por lo que es sumamente importante que cada quien los utilice en su momento de manera individual y que después de usarlos, sean lavados cuidadosamente con agua y jabón. Además, debe respetarse la utilización de artículos que son de exclusivo uso personal, como los cepillos de dientes.
Lavar continuamente los textiles de tu hogar
La tela es un material que por su naturaleza puede acumular gran cantidad de polvo y organismos dañinos. Lavar con frecuencia tus prendas, la ropa de cama, manteles, cortinas, cobertores y toallas es una manera sencilla y eficaz para evitar la acumulación de bacterias y microorganismos que podrían dañar la salud.
Ventilar tu hogar
El calor excesivo representa un ambiente favorable para el desarrollo y crecimiento de microorganismos, por lo que dejar entrar el aire al hogar cada día al menos durante unos diez minutos puede ayudar a reducir el riesgo de que esto ocurra. En época de invierno el hacerlo por unos 5 minutos suele bastar. Asimismo es importante controlar la humedad en el ambiente, ya que esta puede afectar las vías respiratorias.
Evitar tocar tu rostro con las manos sucias
Las manos están en contacto con una gran cantidad de superficies y objetos, lo que las hace grandes portadoras de agentes infecciosos: el tocarte la cara puede hacer que lleves los gérmenes de las manos a tus ojos, nariz o boca y con esto darles entrada a tu organismo.
Lavarse las manos con frecuencia aún dentro de casa
La mejor manera de evitar la propagación de enfermedades es lavándose las manos con agua y jabón, frotando cada una de las partes de las mismas por un espacio de 30 segundos, ya que esto logra destruir los microorganismos y evita que los transportemos de un lado a otro con cada objeto que tocamos.
Vigilar tu alimentación, hidratación y sueño
Es importante consumir una dieta equilibrada con alimentos que ayuden a mantener fuerte el sistema inmunológico. Mantenerse hidratado, descansar adecuadamente y dormir por lo menos 8 diarias juega un papel fundamental para que nuestro organismo tenga las defensas adecuadas.